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Armando Paredes y Casas

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El alguacil desconocido by Vincent Tessier

Maestro de confesión y hombre bueno al grado insigne, alguacil cuando lo piden sus amigos y quienes lo necesiten, flaco, barbudo, bajito, la voz con tono de trinos y la mirada sin sitio observando lo que le decimos. Y de oídos finos infinitos, que descifran hasta las melodías entonadas por los grillos, bajo los ladrillos partidos y los edificios.

Con su intelecto entendido capta el tempo y lo vuelve ritmo, crea notas tras las puertas de pasillos, con el bombillo encendido y abstraído en alto el limbo. Da conciertos bajo los pinos cantando con los pajaritos, mientras Serrucho y Martillo le esperan donde otros vivimos, para sábados y domingos ayudarlo sin descanso, en su oficio favorito.

- Consagrarse con tesón a lo que pocos llaman lindo, al trabajo que evadimos, los que nos creemos ricos…

‒ Construir a corazón un paraíso en cada sitio; y reparar lo que rompimos en días críticos, exultándolo cual himno.

- A Armando Paredes y Casas, lo conocí en viejos libros…

Lo vi al final de un capitulo allá por Cuatro Caminos, después de terminar un piso bajo el sol y humedecido, sucio, ojeroso, dormido, lleno de cal sus cabellos y de tierra roja los dedos. Duro cual cemento y dolido, porque una teja del techo le había caído rompiendo sobre su cuello; y terminó el cuento feo, curando sueños enfermos.

Ocupándose de el por un momento, sentado sobre un madero hueco, colmado del silencio horrendo que transmiten los objetos. Y resentido, pues la piel no es buen escudo para tiros. Y no  extendió ni la mano que nos dimos, ni el abrazo pretendido. Ni al adiós me dio su signo para que lo supiera vivo, no despidió ni un quejido…

- ¡Nada hizo y lo preciso al describirlo!

‒ Se contrajo al todo él y se olvidó que existimos, se fue a sanar en sí mismo, las heridas del destino.

Viejos muros by Vincent Tessier

Hasta el capitulo enésimo en páginas que amanecieron  con rocío, un fin de semana bonito. Donde lo divisé de lejos cantando diestro su himno y abriendo hondos cimientos, en los muros de un castillo que se encontró destruido. Haciéndole una puerta al cielo. Y en el suelo, con sus ritos, reanudando su razón, reconstruido y convencido de ser digno.

Yo soy bueno, sé que al cruzarnos me dijo. Pero ya no me confío ni de los grillos que canten como pajaritos, ni de los malos motivos, ni de los falsos caprichos. Ahora monto precipicios y lleno fondos vacios. Doy cuanto tengo y no pido, pero solo a quien estime el precio de mis sacrificios, sin solucionar sus olvidos con el mío.

‒ Y ahora las tejas del techo no cortan más los capitulo, pues me aventuro al destino recordando  que hasta el barro tiene filo. Y paso el tiempo a ver si brillo les ha salido, para pulirlos… -¡Igual me dijo!

- A Armando Paredes y Casas lo leo cuando lo necesito, para renovar la ilusión, con nuevos títulos.

Tony Cantero Suárez – El Idílico Existencialista – Los Susurros de Cantero – Copyright 2014

Vincent TessierDiseño Vincent Tessier 

SITIO WEB http://www.vincenttessierxxc.com
https://www.facebook.com/xxc2o12

Archivado en: Narrativa

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